Leonidas Irarrázaval

Volver a empezar

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Por: Leonidas Irarrázaval | Publicado: Martes 11 de enero de 2011 a las 05:00 hrs.
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Como si nada hubiera pasado. Quizás, el espíritu de sobrevivencia sea la característica más fuerte del ser humano. Los japoneses que no murieron en Hiroshima y Nagasaki pudieron reponerse, aunque los pocos sobrevivientes, ya ancianos, todavía tienen secuelas de las bombas atómicas. Los judíos siguen prósperos y en pie a pesar de los exterminios masivos de los nazis y de su lucha con todos sus vecinos a raíz de la fundación de Israel, en 1948. Haití permanece de rodillas con una epidemia de cólera después de su propio terremoto. Pero ahí está, esperando que lo ayuden para volver a empezar, etc, etc.

Para los chilenos el año 2010 fue fatal. Primero llegó el terremoto del 27 de febrero y el tsunami que arrasó cientos de kilómetros de costa y las islas de Juan Fernández. El frío y la lluvia hicieron sufrir aun más a todos los habitantes de esa región, con cientos de miles de damnificados.

Al iniciarse el nuevo año de 2011 presencié y gocé los fuegos artificiales de Valparaíso y Viña del Mar. La primera impresión fue preguntarme lo siguiente :¿No hubo un terremoto en este país que causó muertes y destrucciones?. La respuesta es que la vida quiere continuar y lo hace. La gente desea gozar y alegrarse para poder seguir en pie.

El caso de los 33 mineros fue trágico y llamó la atención de todo Chile y de buena parte del mundo. Nunca se había visto un mayor despliegue de prensa nacional y extranjera en la que se llamó Población Esperanza. El feliz desenlace demostró muchas cosas: la capacidad de liderazgo del presidente de la República, del ministro de Minería y de su equipo. Pero los más importante fueron la fuerza y el valor de lo que estaban a 700 metros bajo tierra y la capacidad de esperanza de los familiares que siempre los esperaron.

A mi juicio, la filtración de WikiLeaks, a pesar de la escandalera producida en diversas partes del mundo, también ha sido positiva. A través de sus indiscreciones hemos sabido parte de lo que piensan y transmiten los diplomáticos norteamericanos al Departamento de Estado. A Chile también nos alcanzó. Se emitieron juicios muy definitivos sobre la personalidad de nuestro presidente, como candidato y posteriormente como mandatario. En general, los comentarios de las diversas embajadas fueron bastantes pobres e ingenuos. Me han recordado mis tiempos de estudiantes en Estados Unidos cuando textualmente cazaban a los pocos interesados en ingresar al Departamento de Estado. Ningún alumno brillante quería ser diplomático y de allí el resultado que presenciamos ahora. Le corresponderá a la diplomacia norteamericana tratar de volver a empezar o de enmendar rumbos para mejor su imagen harto deteriorada. Las excusas y las disculpas oficiales no sirven, aunque sean reiteradas.

En Brasil y en Colombia también se empieza el año con nuevos presidentes, llenos de optimismos por los éxitos de sus antecesores. En Perú y en Bolivia, la incógnita de siempre sobre la línea que tendrán tanto el presidente Morales como el futuro jefe de Estado peruano. En Argentina, así como en Venezuela, al parecer más de lo mismo aunque me parecería injusto comparar a Hugo Chávez con la presidenta Fernández. Así vamos comenzando el año. Más o menos bien, con confianza en un gobierno que trabaja al límite y con uno que otro temblor fuerte que se han convertido, para bien o para mal, en nuestro karma.

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